Querido viajero, seas hombre o mujer, si tus pasos te han traído hasta la villa de Biota,
debes conocer que por estas tierras caminaron peregrinos que se dirigían a Santiago,
pero también a Roma o Jerusalén. Después del proceso de romanización sobre el territorio
que hoy ocupa la comarca de las Cinco Villas aragonesas, se produjo la implantación
del reino visigótico. Antes de nada, tienes que saber que, de esa época, no queda ninguna
fuente documental que haga referencia a Biota. No te preocupes, cuando acabes tu
recorrido en esta torre museo, conocerás de primera mano algunas referencias sobre
esta desconocida pero hermosa villa.
En la actualidad, el nombre de Biota se interpreta como un hidrónimo, el nombre propio
por el que se designa una masa de agua. En concreto, este topónimo de raíz indoeuropea
podría designar un tramo concreto del río Arba o un determinado accidente geográfico.
El topónimo Biota no puede explicarse por la vía antroponímica; tampoco puede
explicarse a través del euskera ni forma parte de los apelativos de ninguna de las actuales
lenguas peninsulares. Por eso, los expertos aseguran que el topónimo *Miota> Biota
tiene su origen en la raíz indoeuropea utilizada con un sentido hidronímico.
Y queremos que sepas que el río Arba fue fundamental para este territorio desde la misma
época romana. Y así debió seguir siendo antes de la invasión musulmana. De hecho,
en el municipio de Biota y junto a un perfecto sistema de conducción de agua de origen
romano, se hallan los restos del antiguo monasterio de San Román, uno de los grandes
santos de la liturgia hispanovisigoda. Los restos arqueológicos de dicho cenobio junto a
la existencia en sus inmediaciones de tumbas antropomórficas del período altomedieval
se convierten en una evidencia de la continuación de la vida humana en este territorio
en el periodo comprendido entre la caída del Imperio Romano y la llegada de la nueva
religión, el Islam.
No solo te tienes que quedar con la existencia de este lugar. También es verdad que existió
un núcleo poblado dentro de lo que hoy es la villa de Biota. Hasta hace unos cuantos años,
en la llamada Era de la Ochesesa, se conservaban los restos de lo que fue la primera muralla
defensiva de este enclavamiento humano. Lo más curioso del caso es que tal defensa
estaba realizada con piedras ciclópeas que avalaban la antigüedad de este asentamiento.
Pero, volvamos a la época de la Alta Edad Media. Además de lo que ya te hemos explicado,
también conocemos que, para la construcción del actual palacio, se utilizó material
que fue descrito arqueológicamente como de origen visigótico. No solo eso, también
queremos que sepas que hasta el siglo XI, junto a Sádaba y Malpica de Arba, Biota formaba
parte de la línea defensiva en la Marca Superior del Al-Ándalus. Y, de este dato histórico,
también tenemos evidencias arqueológicas. Justo a los pies de esta torre museo
y datados a principios del siglo XI, puedes observan los restos que se conservan de una
de las torres de lo que fue un antiguo castillo andalusí.
Como tú mismo podrás observar, se conserva un lienzo islámico integrado en el muro
que rodea el castillo por el lado oeste. El lienzo mide 8,50 metros de longitud por 2,75
metros de altura. Tanto la soga como el tizón son muy regulares, la soga máxima alcanza
los 0,80 metros y el tizón 0,25 metros, con una altura ambos de 0,30 metros. Son sillares
de buena factura, con un listel periférico plano y almohadillado, además de un cuidado
alisado en las caras de asiento del sillar. Su aspecto recuerda a los de las torres de Tormos,
San Mitiel y los lienzos califales de la muralla de Huesca. Pero presentan diferencias
importantes, constan de tres zonas: un listel periférico plano, una zona intermedia a
modo de un segundo listel pero trabajado rudamente y la zona del almohadillamiento,
que está repicada. El muro alterna tizón y soga.
Para acabar el recorrido por esta primera etapa en la historia altomedieval de Biota,
también queremos que conozcas que Biota volvió a pasar a manos cristianas dentro del
reinado de Sancho Ramírez. Y, por eso, entre 1070 y 1090 se erigió su fortaleza cristiana
junto a las de Sibirana, Marcuello, Biel, Luesia, Ayerbe, Castro, Obano y Luna. Y no lo
olvides, tú te encuentras en el interior de lo que fue su torreón o torre del homenaje de
ese castillo cristiano levantado en el reinado del que, durante ese período histórico, fue
tanto rey de Aragón como de Pamplona.